lunes, 15 de enero de 2018

2014- INTERESTELAR – Christopher Nolan (1)


Cuando se estrenó “2001: Una Odisea del Espacio” en 1968, críticos y espectadores se dividieron. Algunos la ensalzaron como un logro cinematográfico sin precedentes mientras que otros la encontraron autoindulgente, oscura y aburrida. Fueron necesarios bastantes años para que la película acabara siendo reconocida como uno de los grandes films de todos los tiempos. Cuando cuarenta y seis años más tarde Christopher Nolan decidió hacer con “Interstellar” su propia apuesta por una ciencia ficción sofisticada, que tocara temas trascendentales y que no diera todo masticado al espectador, hubo quien quiso compararla con la película de Kubrick y aventuró que probablemente volvería a dividir a público y crítica. No fue así. Los elogios fueron con diferencia mucho más abundantes y entusiastas que los reproches. El cine había cambiado, los espectadores también, pero, sobre todo, Nolan es un director menos experimental de lo que Kubrick fue con “2001”, más claro en su narrativa y exposición y, también, menos misántropo y más interesado en explorar el mundo emocional de sus personajes. No sabemos cómo se analizará “Interstellar” dentro de cincuenta años, pero lo que sí podemos decir es que es una película que no deja indiferente y que resulta difícil de olvidar una vez vista.


En un futuro no muy lejano, el clima de la Tierra ha sufrido graves alteraciones, provocando la extinción masiva de plantas y animales y creando una situación extrema en la agricultura en la que pocos cultivos, como el maíz, pueden ya sobrevivir. Cooper (Matthew McConaughey) es un antiguo astronauta, ingeniero y piloto de pruebas de la NASA que vive con su suegro y sus dos hijos en una granja que trata a duras penas de mantener a flote. Su hijo Tom (Timothee Chalamet) parece proclive a seguir el camino de granjero, pero su cariño se canaliza claramente hacia su hija pequeña, Murph (Mackenzie Foy), una niña de diez años muy inteligente que, un día, empieza a decirle a su padre que hay fantasmas en su habitación. Cooper acaba relacionando ese “poltergeist” con unas perturbaciones gravitatorias que afectan a su maquinaria agrícola. Juntos, Cooper y Murph, analizan las peculiares pautas que forma el polvo al posarse, desvelando lo que parecen ser coordenadas geográficas.

Al seguir esa pista, él y Murph llegan a la única y oculta base superviviente de la NASA, donde
un antiguo amigo y colega suyo, el profesor Brand (Michael Caine) le hace una propuesta: pilotar la nave Endurance en una misión a Saturno, donde atravesarán un misterioso agujero de gusano estable que han descubierto en sus proximidades. Anteriormente, la agencia espacial ya ha enviado tres naves tripuladas a través de esa puerta estelar, expediciones que antes de desaparecer enviaron de vuelta datos de tres posibles planetas habitables para la especie humana. Cooper tendrá, por tanto, dos misiones excluyentes: el plan A será explorar dichos planetas y abrir el camino para su colonización, salvando así el futuro de los actuales habitantes de la Tierra, al límite ya de supervivencia. El plan B y alternativo, consistiría en enviar a uno de esos mundos habitables embriones humanos y empezar de cero una nueva población.

Cooper acepta, pero su separación de Murph resulta traumática puesto que en el mejor de los casos y debido a los efectos temporales de la Teoría de la Relatividad, pasarán muchos años antes de que vuelvan a verse aun cuando él no envejezca, algo que la niña no puede entender ni
aceptar. Cuando él y la tripulación (compuesta de la doctora Amelia Brand (Ann Hathaway), Doyle (Wes Bentley), Romilly (David Gyasi) y dos robots no humanoides con inteligencia artificial, TARS y CASE) despiertan de la animación suspendida en la que han pasado el trayecto inicial de dos años hasta Saturno y atraviesan el agujero de gusano, descubren que las cosas no eran como habían pensado al tiempo que la misión experimenta una serie de graves problemas y desastres. Mientras que a bordo sólo han transcurrido unos cuantos meses, la dilatación temporal ha hecho que en la Tierra Murph (Jessica Chastain) sea ya una adulta que trabaja como astrónoma para la NASA, luchando por descifrar las ecuaciones que harían el viaje espacial más fácil y, por tanto, aseguraría la supervivencia última de la especie humana.

La gestación de “Interstellar” tiene una larga trayectoria que empezó con una cita a ciegas

Desde el comienzo de su carrera como uno de los profesores más jóvenes en la historia del Instituto Tecnológico de California, el astrofísico y físico teórico Kip Thorne destacó en el
estudio de las estrellas y el espacio. Algunos de sus colegas lo describieron como científico visionario.

En 1980, era un padre divorciado que trataba de criar a una hija adolescente cuando recibió una llamada de un buen amigo, Carl Sagan, invitándole a salir con una mujer que conocía. Aunque el introvertido científico del CalTech se sentía más a gusto imaginando agujeros negros que navegando por el proceloso mar de las citas románticas, accedió. Como buen “friki” de la ciencia que era, Thorne llevó a su cita, Lynda Obst, entonces editora científica del New York Times Magazine, al estreno mundial de “Cosmos”, la serie televisiva de divulgación escrita y dirigida por Carl Sagan.

De aquello no acabó saliendo un romance, pero sí una buena relación que sobrevivió al tiempo. Obst pasó del periodismo a la producción cinematográfica de títulos como “Flashdance”, “El
Rey Pescador” o “Estado de Sitio”. A mediados de los noventa, se encargó de producir la película “Contacto” (1997), adaptación de la novela homónima de Carl Sagan y contrató a Thorne, ya entonces una personalidad muy conocida en el mundo de la divulgación, como asesor científico. Fue una decisión coherente por cuanto, a comienzos de los ochenta, cuando Sagan estaba escribiendo “Contacto” (que inicialmente iba a ser un guión de película realizado a instancias de la propia Obst), fue Thorne quien le sugirió utilizar agujeros de gusano en lugar de agujeros negros como forma de viajar de un punto a otro de la galaxia, una hipótesis de la que siempre ha sido defensor (si bien se trataría de fenómenos subatómicos e inestables). Esta idea fue popularizada por Sagan en la mencionada novela y desde entonces se ha incorporado a muchas historias de ciencia ficción posteriores. Si Thorne hubiera recibido un cheque por cada vez que ese recurso se ha utilizado en una película, novela o serie de televisión, habría sido mucho más rico.

Mientras colaboraban en la producción de “Contacto”, Obst y Thorne charlaron sobre qué tipo de marco cinematográfico permitiría integrar conceptos de física teórica avanzada, como los agujeros de gusano, los agujeros negros o la dilatación espacio-temporal. Aquél proyecto no se olvidó y en 2005, ambos escribieron un tratamiento genérico de ocho páginas que Obst vendió a Steven Spielberg, quien en 2006, lo llevó a Paramount. A la espera de terminar con otros proyectos que tenía en marcha, contrató a Jonathan Nolan para escribir el guión. Nolan trabajó en ello durante cuatro años empapándose de ciencia según las directrices que le habían dado. Pero cuando en 2009, Spielberg trasladó su productora Dreamworks de Paramount a Walt Disney, éste se desvinculó de la producción y el guionista recomendó a su hermano Christopher para ocuparse de la misma, cosa que ocurrió en 2012.

Ya desde comienzos del siglo XXI, Christopher Nolan se había convertido en uno de los
principales directores de cine de género. Obtuvo un gran reconocimiento con su segundo film, “Memento” (2000), pasando a continuación a realizar un remake en inglés de una película noruega, Insomnio” (2002). Su primer éxito de taquilla vino con “Batman Begins” (2005), que resucitó la moribunda franquicia del superhéroe gracias a una aproximación realista y oscura. Le siguió la muy superior “Batman: Caballero Oscuro” (2008), completando la trilogía “El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace” (2012). Intercaladas con éstas, dirigió otros trabajos muy notables como “El Prestigio” (2006) u “Origen” (2010), a lo que se sumó su trabajo como productor en “El Hombre de Acero” (2013) y “Transcendence” (2014). Según él mismo declara, su interés por la ciencia ficción relacionada con la exploración de los misterios del espacio había nacido a los diez años, cuando vio la mencionada serie televisiva de “Cosmos”. Cuando se comprometió con la producción de “Interstellar” era ya bien conocedor de la misma por cuanto había estado intercambiando ideas con su hermano respecto al guión desde que éste empezó a trabajar con él.

Para entonces, Kip Thorne se había retirado en 2009 tras más de cuatro décadas dedicado a la docencia y la divulgación. Pero Linda Obst volvió a contactar con él para que ejerciera de asesor científico en “Interstellar”. Thorne sabía muy poco de cine, pero Obst valoraba su cinematográfica forma de interpretar y explicar los misterios del universo. Inicialmente, a Christopher Nolan no le hizo mucha gracia la idea, temiendo que actuara como una especie de censor que continuamente le reprendiera acerca de las libertades que se tomaba con la ciencia, sermoneándole acerca de lo que podía y lo que no podía hacer con su historia.

Lo que ocurrió fue lo contrario: sus charlas con Thorne le ofrecieron nuevas y emocionantes posibilidades narrativas y sólo entraron en conflicto en una ocasión, cuando Nolan quería
utilizar una nave que pudiera viajar a velocidades superiores a las de la luz, una idea común en la CF pero que Thorne, como científico riguroso, no podía admitir. Le costó dos semanas de discusiones, pero al final convenció al director para que utilizara una alternativa más acorde con la ciencia conocida. Thorne se tomó muchas molestias para que la película no cayera en la pura especulación, sino que siempre pudiera aportarse una justificación científica a lo que ocurría en ella. Durante la producción del film, organizó y dirigió un taller de ideas compuesto por catorce científicos, incluyendo astrobiólogos, planetólogos, psicólogos y expertos en política espacial. Trabajó con el equipo de efectos especiales para asegurarse de que la representación visual de los agujeros negros y otros fenómenos cósmicos fuera la adecuada según la ciencia –llegando a crear un modelo matemático para la renderización digital del agujero negro-; y, además y por si fuera poco, escribió un libro, “La Ciencia de Interstellar”, que sirve de complemento a la película.

A menudo y como decía al comienzo, se ha comparado este film con “2001: Una Odisea del Espacio” (1968), la cinta clásica de Stanley Kubrick. Ciertamente, hay puntos en común y la influencia de ésta es patente, hasta el punto de que casi se podría decir que Nolan le rinde homenaje. Los argumentos de ambas películas funcionan de forma similar e incluyen elementos parecidos: un viaje a los confines del sistema solar (Saturno aquí, Júpiter en “2001”) con el fin de investigar una puerta estelar que ha sido colocada allí por unos alienígenas misteriosos; viaje que, en ambos casos, acaba saboteado a
mitad de camino, descubriéndose además que quienes dirigen la misión no habían sido sinceros acerca de la naturaleza de la misma; y las escenas álgidas en las que el astronauta experimenta un viaje a través de un túnel de luces para alcanzar un lugar más allá del entendimiento humano representado en términos cotidianos –una habitación de hotel en “2001”, el dormitorio de una niña en “Interstellar”-, del que emerge con poderes casi divinos. (Hay incluso una fuerte elipsis-transición entre el segmento de la Tierra y el del espacio, reminiscente del utilizado por Kubrick con el hueso arrojado por el mono).

Ahora bien, en mi opinión son más importantes las diferencias entre ambas películas que sus similitudes. Kubrick hizo una película abstrusa y muy fría. Él se sentía muy pesimista acerca del futuro y del hombre y en “2001” construyó un mundo en el que los humanos habían quedado reducidos a poco más que autómatas rodeados de tecnología, individuos fríos que no demostraban emociones y que parecían más mecánicos que el propio HAL 9000 –de hecho, el único en la película que parece sentirse verdaderamente angustiado ante la perspectiva de su muerte-. La aproximación de Nolan es totalmente opuesta. “Interstellar” es una película imposible de entender sin los sentimientos.

Tomemos por ejemplo las escenas de videollamadas que hay en ambas películas. En “2001”, el
personaje, debido a una misión por demás peligrosa, se perdía el cumpleaños de su hija y la llamaba desde una estación espacial. Era una comunicación cordial pero breve y carente de calor humano, casi un mero trámite. No puede ser más diferente de ese momento de “Interstellar” en el que Cooper ve las grabaciones de sus hijos que le han llegado desde la Tierra (desde el pasado de la Tierra, en realidad). Es una de las escenas más intensas de toda la película y transmite perfectamente el dolor intenso y profundo de verse separado de su seres más querido, de haberse perdido todas sus vidas. Casi pueden sentirse las cicatrices que ello ha dejado en padre e hijos.

El mensaje final de “Interstellar”, llegado el momento en que Cooper entra en ese extraño espacio trascendental, no es que él vaya a evolucionar hacia un estadio superior al humano (como sucedía en “2001”), sino que consigue reconectar con quienes más ama –lo vemos varias veces tratando de atravesar las barreras del espacio-tiempo y urgir a su antiguo yo a no marcharse en la Endurance. Los hermanos Nolan nos dicen que, en último término, el amor es lo que mantiene unido a la especie humana y que es una fuerza universal tan fuerte y real como lo pueden ser el tiempo, el espacio o la gravedad.

De hecho, “Interstellar” es un auténtico canto al amor. Cada vez que los personajes tratan de
regirse por el sentido común, la racionalidad o el intelecto, dan un paso en la dirección equivocada. Brand y Mann, en la firme creencia de que la gente no asumirá jamás un sacrificio en pro de la salvación de la especie si ellos o sus seres queridos no están incluidos, crean una elaborada mentira que a punto está de dar al traste con la misión. Cuando Cooper, tratando de ser frío y racional, decide ir al planeta del doctor Mann confiando en su eminencia intelectual y compromiso con la misión, se encuentra metido en una trampa urdida por el propio Mann, que resulta ser un individuo débil y mentiroso. Y al final es el propio Cooper quien, desoyendo la lógica, arriesga su vida por volver a ver a su hija y se convierte en la clave para la salvación de la humanidad. No busca salvar el planeta, sólo le mueve el amor por su hija, el tormento que le causa el que ella crea que la ha abandonado a propósito. La moraleja es que no podremos salvar a la Humanidad si no empezamos amando a nuestros seres más próximos, que no tiene sentido hablar del “amor a la Humanidad” si al mismo tiempo estamos dispuestos a sofocar nuestros sentimientos por quienes más cerca tenemos.

Hay quien ha querido subrayar las implausibilidades científicas de determinados pasajes de la historia. Evidentemente, las hay, puesto que estamos ante una película y no un documental. Pero no creo que esto sea ni mucho menos importante. Descalificar la película o siquiera tratar de rebajar sus logros en base a ello me parece no entender cuál es la esencia de la ciencia ficción. Si no disfrutamos ni valoramos la calidad de un western por su fidelidad histórica ni un thriller policiaco por la rigurosidad con la que describe los procedimientos policiales, tampoco deberíamos hacer lo mismo con la CF. Al fin y al cabo, como mínimo el 90% de la CF se salta a la torera en mayor o
menor grado algún postulado científico o límite tecnológica con el fin de acentuar el drama, hacer avanzar la historia, articular el mensaje buscado o, “simplemente”, estimular la imaginación y el sentido de lo maravilloso del espectador que es en último término el objetivo de la ciencia ficción. No veo por qué hay que ser más rigurosos con “Interstellar” que con otros títulos, desde “Planeta Prohibido” a “Minority Report” pasando por “Gattaca”.

Por otra parte, el aspecto científico, como he apuntado más arriba, no está ni mucho menos descuidado. Si hay desviaciones respecto al canon comúnmente aceptado son deliberadas y no fruto de la ignorancia o la falta de respeto al espectador. “Interstellar” es una mezcla de ciencia real y comprobada, hipótesis con fundamento pero sin demostrar (como los agujeros de gusano) y pura especulación (como la visión cercana de un agujero negro o la hibernación). Hay ciencia abundante y unas cuantas lecciones rápidas sobre principios físicos y astronómicos, pero todo esto no sólo está bien integrado en la trama sino que ésta no podría existir sin ello. De hecho, la película trata sobre cómo la ciencia del espacio podría algún día influir en nuestra vida emocional. No parece que la Teoría de la Relatividad, la mecánica cuántica o la curvatura espacio-temporal tengan efectos en nuestra vida cotidiana. No es exactamente así. Los satélites que controlan los GPS, por ejemplo, debido a que experimentan menos gravedad que nosotros en la superficie, sufren un retraso temporal de microsegundos todos los días, retraso que los GPS tienen en cuenta ajustándose automáticamente. Estos fenómenos relativistas pasan mayormente desapercibidos en nuestro devenir diario y no tienen influencia en nuestra vida emocional.

Pero podría llegar un día en que esos grandes conceptos de la Física que asociamos con libros
de texto, fórmulas y teorías frías y poco relacionadas con el mundo de nuestros sentimientos, sí tengan un efecto directo y profundo en nosotros y la manera de relacionarnos con los demás y con el universo. Ese día será –si llega- cuando empecemos a viajar por el espacio a grandes velocidades, encontrándonos sometidos a intensos campos gravitatorios. Los relojes de los que se quedan atrás empezarán a funcionar a un ritmo diferente de los de quienes se marchan. ¿Cómo asumiremos emocional y psicológicamente esas nuevas experiencias tan alejadas de lo que ha sido nuestra vida en la Tierra? ¿Qué peaje se cobrarán sobre quienes las vivan? Esa interrelación entre ciencia “dura” y “blanda”, entre los grandes conceptos de la Física más compleja y nuestra propia mente, es lo que en buena medida explora “Interstellar”.

Otra de los propósitos de la historia es mostrarnos un destello de lo pequeños y al tiempo maravillosos que somos. Nos dice que podemos lograr grandes proezas, pero también que no podemos ni imaginar lo vasto y extraordinario que es el universo que se extiende más allá de nuestro confortable entorno; que hay allí cosas, fuerzas y fenómenos que escapan a nuestra comprensión y ante los que somos insignificantes, pero con los que tendremos que lidiar. Es una historia épica en el sentido de que abarca mundos, décadas y generaciones, pero también en las dimensiones del impacto emocional que supone para alguien viajar entre esos mundos y a través del tiempo.

(Finaliza en la siguiente entrada)

5 comentarios:

  1. A la espera de leer el final, éste es un muy buen texto! Totalmente de acuerdo en tu defensa de la CF como género que no tiene que ser 100% riguroso en el tramo científico. Hay mucha gente que lo olvida.
    Saludos!

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  2. Espero leer la segunda parte de este interesantísimo acercamiento a esta bella película , que me encantó.
    La relación padre-hija, es , a mi parecer, muy cautivadora y emotiva.
    Felicidades por esta entrada.

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  3. sr. anonimo. dijo...
    hola, muy buenos tus analisis de esta pelicula, como siempre, que eres ademas de mamifero autotrofo? periodista?(que misterio). te queria hacer una pregunta, leiste los hombres paradojicos de charles harness? que te parecio? es un libro que quedo anticuado y es raro pero no se por que pero me gusta, tiene para mi un parentesco con la pelicula lucy, pero quizas son ideas mias, saludos

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    1. Hola anonimo...no, no soy periodista. No hace falta serlo para tener una opinión y poder expresarla. Mi ocupación, de todas formas, es mucho mas prosaica. El libro q mencionas no lo he leido pero la oelicula de lucy no me gustó nada de nada. No se si la traere por aquí. .. un saludo y gracias por comentar

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    2. hola, la pelicula no la vi pero no parece tan mala, una de las de accion y tiros por doquier de besson, para mi tomaron el final del libro este pero puede ser que no, el libro quedo anticuado y tiene algunas partes aburridas pero tiene algo que no se que es que me gusta, debe ser el estilo de como esta escrito, lo de tu profesion era por curiosidad nomas. gracias por contestar y saludos.

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