miércoles, 20 de marzo de 2013

1950-STRANGE ADVENTURES Y MYSTERY IN SPACE - Julius Schwartz (2)




 (Continúa de la entrada anterior)

Desde el principio, ambas colecciones incluyeron seriales protagonizados por personajes más o menos fijos. Por ejemplo, en Strange Adventures nº 1 aparecieron el detective científico “Darwin Jones”, escrito por David Reed y dibujado por Paul Norris); y “Chris KL-99”, escrito por el legendario Edmond Hamilton. Chris fue el primer ser humano nacido en el espacio. Junto a sus compañeros, un científico venusiano llamado Jero y un aventurero marciano de nombre Halk, explora el espacio a bordo de su nave, la Pioneer. Descubridor de muchos mundos, a menudo se le apodada “El Colón del Espacio”. Aunque creada gráficamente por Howard Sherman, la serie fue dibujada principalmente por Murphy Anderson,

Por su parte, “Mystery In Space” nº 1 presentaba a “Los Caballeros de la Galaxia” escritos por Robert Kanigher, dibujados por Carmine Infantino y serializados en los primeros quince números de esa revista (abril 51-junio 52). Recordado con afecto por algunos fans y con disgusto por otros, la serie de “Space Cabby” (Taxista Espacial) debutó en MIS nº 21, convirtiéndose en invitado regular a partir del 26 y hasta el 47. El personaje fue creado originalmente por el guionista Ed Herron y el dibujante Howard Sherman, aunque la mayor parte del material sería escrito por Otto Binder y dibujado por Gil Kane, Bernard Sachs y Joe Giella. Los “Star Rovers” fueron también presentados en esta colección. A ellos dedicaré una entrada más adelante, como también al personaje más famoso de la colección, “Adam Strange”, que nació originalmente en el nº 53 de “Showcase” (agosto 1959) pero que se convirtió en la principal estrella invitada de MIS: nada menos que 48 números seguidos hasta el 102 (septiembre 1965).


Pero el más popular de SA fue el “Captain Comet”, primero de una larga lista de superhéroes científicos, cuyo origen se narraba en el número 9 escrito por John Broome (bajo el seudónimo de “Edgar Ray Merritt”) y dibujado por Carmine Infantino.

Adam Blake era un hombre nacido 100.000 años antes de su tiempo, poseedor de la capacidad mental y física de una persona de mil siglos en el futuro. Blake asume la identidad del Capitán Cometa para proteger al mundo, pero sus aventuras acabarían llevándole al espacio, donde pasaría varios años antes de regresar a una Tierra poblada por una civilización más avanzada, pero con los mismos problemas. He dicho que era un superhéroe. Efectivamente: tenía identidad secreta (un bibliotecario de suaves maneras), llevaba un uniforme llamativo claramente identificable, disfrutaba de superpoderes (como la telepatía o la levitación, aunque solía confiar más en su inteligencia) y luchaba contra el mal.

Sus aventuras aparecerían regularmente en la colección hasta el nº 49 (1955). Más tarde, el Capitán fue recuperado e integrado en el Universo DC regular. El apartado artístico fue asumido por Murphy Anderson, quien acabaría siendo el dibujante que más se relaciona con el personaje. Anderson era un veterano en el campo de la ciencia ficción que había dibujado “Star Pirate” para “Planet Comics” entre 1944 y 1947 y que llegó a DC Comics tras haberse ocupado de la tira diaria de “Buck Rogers” (1947-1949). Su falta de educación artística formal la compensó con su entusiasmo y experiencia e ilustró casi un centenar de historias de ciencia ficción para DC en los años cincuenta.

“Strange Adventures” fue, además, iniciador involuntario de otra moda: la de los simios. “The Guilty Gorilla”, escrita por John Broome y dibujada por Murphy Anderson, fue publicada en el número 39 (diciembre 1953) de ese título. En esta historia, el Capitán Cometa se tomaba un descanso de sus aventuras interplanetarias cotidianas para quedarse en su ciudad de Midwest City y desmantelar una organización criminal liderada por un gorila superinteligente.

Para entonces, los lectores de comics ya habían conocido a otros gorilas, incluyendo a “Man-Ape The Mighty”, con quien el Capitán Cometa había intercambiado la mente; y Gorilla Boss, que tenía el cerebro del mafioso George Dyke. El mismo Broome retomaría varias veces el tema de los gorilas, especialmente en otro clásico de SA: “The Human Pet of Gorilla Land” (nº 108, septiembre 1959). En esta historia dibujada por Carmine Infantino, los gorilas eran los señores de una civilización a los que se entregaba un humano en calidad de mascota. En otros números de SA, los simios usurparon el rol de la humanidad como exploradores del espacio, como en “Gorillas in Space” (nº 64, enero 1956).

Aquella moda fue forzada por Irwin Donenfeld, editor en jefe de DC, que observó que las ventas de
“Strange Adventures” nº 39 (en cuya portada figuraba el Capitán Cometa y el Gorila) habían sido sustancialmente superiores a lo normal. Llegó a la conclusión de que el responsable había sido el simio, y exigió a Schwartz que introdujera con regularidad monos en la revista. Más adelante, los simios de DC incluirían a Congorilla (originalmente un humano llamado Congo Bill), Gorilla Grodd (un enemigo de Flash), Titano the Super-Ape y el Ultra-Humanite (villanos de Superman); Monsieur Mallah (otro super villano) o Gorilla Witch (resultado de mezclar un explorador, un gorila y una poción mágica). Incluso Jimmy Olsen y Superboy acabaron convertidos en monos. Y la moda no se detuvo en DC. El propio Stan Lee se hizo eco de ella cuando creo al Fantasma Rojo y sus Supersimios como villanos de Los Cuatro Fantásticos en el nº 13 de esa colección (1963).

Tanto “Strange Adventures” como “Mystery In Space” se vendían razonablemente bien. Por ejemplo, en 1960, la primera tenía una circulación de 207.000 ejemplares por número. Dos años después las ventas de toda la industria de los comics habían descendido considerablemente, y ello redujo la tirada de SA a unas todavía respetables 180.000 copias por número. “Mystery In Space”, por su parte, vendía 248.000 copias por número en 1960 y dos años más tarde todavía mantenía 190.000 lectores.

El tipo de historias que se podían leer en ambos comics pertenecen al subgénero comúnmente
conocido como “space opera”: aventuras fantásticas y aceleradas que llevaban al lector a través del espacio y el tiempo y entre cuyas obras emblemáticas en su vertiente literaria podríamos citar “Los Hombres de la Lente” de E.E.Smith o las aventuras de Dominic Flandry, Agente de Terra Imperial, narradas por Poul Anderson.

Veamos una típica historia de “Strange Adventures”, “No abrir hasta el día del Juicio Final” (nº 36, sept 53). Extraños objetos provenientes del espacio exterior caen por toda la Tierra. Un científico del gobierno sospecha que esos artefactos, disfrazados de regalos, son en realidad “¡armas secretas diseñadas para preparar al planeta para una invasión alienígena!”. Como confirmación de su teoría, una flota de astronaves surge desde las profundidades del espacio. Mientras las naciones de la Tierra se preparan para lanzar un ataque nuclear, las naves emiten inesperadamente felicitaciones de cumpleaños en todos los lenguajes de nuestro planeta. El científico detiene el ataque: “¡Debería haber adivinado antes el significado de los “regalos”! ¡La Tierra nació exactamente hace cuatro mil millones de años! ¿Nuestros planetas vecinos nos envían esos objetos como…¡regalos de cumpleaños! ¡Feliz Cumpleaños Tierra! Ahora, vayamos y demos la bienvenida a las gentes de otros mundos…como amigos!”

Muchas de aquellas historias presentaban misterios imaginativos ambientados en entornos futuristas o fantásticos. Siempre había un protagonista que resolvía la cuestión, salvaba el mundo o detenía la invasión alienígena mediante la inteligente aplicación del razonamiento científico y un coraje de la vieja escuela.

Julius Schwartz no se engañaba respecto a su trabajo. Sabía que lo que editaba no era alta literatura de ciencia ficción, pero estaba orgulloso de ello. Porque aunque las historias de SA y MIS no eran ni proféticas ni visionarias (los habitantes del planeta Rann en la serie de “Adam Strange” tenían naves con capacidad interplanetaria pero seguían enviando su correo por tubos neumáticos), al menos en un par de ocasiones sí predijeron tendencias y modas de la literatura popular. Por ejemplo, en la historia “El Día más Extraño de la Tierra”, por John Broome y Mike Sekowsky, (SA nº 120, sept.1960), el astronauta Robert Chambers emerge de una “cámara de vacío gravitacional” para encontrarse prisionero en un bucle años más tarde popularizado en la película “Atrapado en el Tiempo” (1993) e imitado hasta la saciedad.

“Strange Adventures” y “Mystery In Space” fueron dos grandes títulos de ciencia ficción de los
cincuenta. Sólo los comics publicados por EC en aquellos mismos años les hacen sombra. A menudo son estos últimos los que gozan de mayor atención por parte de comentaristas y enciclopedias, pero en mi opinión ello es debido en primer lugar al funesto y mítico destino que sufrió la editorial (obligada al cierre por una ola de mojigatería que puso en peligro toda la industria del comic book y cuyo comentario excede el ámbito de este blog); en segundo lugar a su mayor nivel gráfico, con artistas de la talla de Wally Wood, Al Williamson, Jack Kamen, Bill Elder o Joe Orlando. La plantilla de DC en este apartado quizá fuera algo menos impresionante, pero los trabajos de Gil Kane, Carmine Infantino o Murphy Anderson están por encima de la media al tiempo que las colaboraciones puntuales de Virgil Finlay o Frank Frazetta ofrecían pequeñas golosinas visuales.

Y, en tercer lugar, porque las historias de EC siempre tuvieron un tono pesimista y cínico que les hacía parecer más adultas, mientras que SA y MIS apostaban por el optimismo y los finales esperanzadores. Aparte de eso, sus guiones no sólo gozaron de un estándar de calidad equivalente a los de EC, sino que “a pesar” de su tono ligero y amable, también introducían comentarios y sátiras sociales.

Tomemos por ejemplo la historia “Es un mundo de mujeres” (Mystery In Space 8, julio 52), escrito
por John Broome y en el que se planteaba el problema de la discriminación de género. “En 2980 la primera mujer fue elegida presidente de la Federación Terrestre. En 3100, las mujeres ya habían reemplazado a los hombres en los principales puestos de todas las actividades. Los pilotos de los cohetes de combate de la Tierra que conquistaron la galaxia en el siglo XXXIII eran mujeres. Las mujeres practicaban los deportes mientras que los débiles hombres miraban y aplaudían. A los hombres pasaron las ocupaciones domésticas y de cuidado del hogar…”

El héroe de la historia, un muchacho adolescente llamado Greg, pasa el aspirador por la casa mientras su madre se prepara para ir a trabajar como piloto de cohetes. “Pero madre”, pregunta, “¿por qué no puedo ir a la escuela de cadetes como hiciste tú?” “Porque eres un hombre, Greg. Por eso”. El chico insiste y se convierte en el primer hombre de la historia reciente en matricularse en la escuela de cadetes. “¡De alguna forma siento que tengo que conseguirlo y demostrar que un hombre puede hacer lo mismo que una mujer!”

“Tendremos que enviarle a una misión –se resignan de mal humor sus instructoras femeninas- pero naturalmente no será más que una molestia durante el combate”. Una de ellas coincide: “¡Naturalmente! ¡Los hombres no pueden pelear!” Bajo el fuego, sin embargo, Greg demuestra lo que vale y rescata a la capitana Stella, su oficial superior. Ella se enamora del valiente y deciden casarse. Greg le dice a su flamante prometida: “En nuestra casa, Stella, aspirar el suelo será tu trabajo”. Ella responde: “Sí querido, lo que tú quieras”.

“Yo fui el primero, Stella, pero ahora, por todas partes, más y más chicos están convirtiéndose en cadetes espaciales”. “Nosotras las mujeres hemos dirigido las cosas durante tiempo más que suficiente, Greg –suspira Stella-. Ha llegado el momento de que los hombres cojáis el relevo.

Las mujeres, sin embargo, eran las que mandaban en otra serie de ciencia ficción de DC, “Astra, Girl
of the Future”, serializada en “Sensation Comics” (octubre 50) junto con Wonder Woman y otras series destinadas a un público femenino, como “Romance, Inc” o “Dr.Pat”. Creada por el escritor y editor Robert Kanigher, Astra es una presentadora y periodista de Transvideo News. Ingeniosa, equilibrada e independiente, Astra fue una refrescante adición al panteón de anónimas bellezas en traje espacial ajustado que solían poblar otros comics y revistas pulp de la época.

Julius Schwartz, ya lo hemos comentado, fue él mismo un gran fan de la ciencia ficción en su juventud y a menudo escribía cartas a la sección de correspondencia de las revistas que leía en los años veinte y treinta. Sabía del gran valor que los lectores otorgaban a un espacio en el que podían ver reproducidos sus comentarios, intercambiar opiniones y direcciones y extender de esta forma la red de aficionados. La primera sección de correo de los lectores en SA apareció en su número 123 (dic.1960), sustituyendo a una sección anterior, “Spotlight On Science”, en la que Schwartz contestaba a preguntas de supuestos lectores –quizá falsos- sobre temas científicos. Dicha sección se hizo regular a partir del 193 (abril 62).

A pesar del respeto que Schwartz se ganó entre los lectores y del cariño que los fans profesaban por ambos títulos, todo terminó en abril y mayo de 1964. En SA nº 163 (abril 64), Julie se despidió afectuosamente de sus lectores. Su carta no se reprodujo en MIS 91 (mayo 64), pero en el siguiente número el puesto editorial de ambos títulos pasó a manos de Jack Schiff. Schwartz y su equipo pasaron a ocuparse de las colecciones de Batman, empezando con “Detective Comics” 327 (mayo 64, el vigésimo quinto aniversario de la primera aparición del Hombre Murciélago en esa colección) y “Batman” 164 (junio 64).

DC obtuvo un gran éxito gracias a la nueva vida que Schwartz insufló en el universo de Batman. Pero su ausencia en “Strange Adventures” y “Mystery In Space” dejó un profundo hueco creativo. Aunque, claro está, para la editorial tenía más importancia la salud de un héroe mundialmente conocido que la de un par de títulos de ciencia ficción de perfil medio.

Sin embargo, Schwartz siempre se sintió más cómodo e innovador en aquellas series y personajes en
cuya creación había intervenido personalmente. Por ejemplo, su contribución más personal a los renovados títulos de Batman fue la inclusión de historias de complemento protagonizadas por el Hombre Elástico, un personaje cuya creación –junto a John Broome y Carmine Infantino- había supervisado años atrás como invitado regular en la colección “The Flash”.

¿Qué hubiera pasado si otro editor hubiera sido asignado a Batman y Julie Schwartz se hubiera quedado en SA y MIS? Es probable que ambas colecciones hubieran mantenido un nivel aceptable de calidad, quizá con tendencia al declive creativo, al menos hasta que Gardner Fox y John Broome se marcharan de la compañía en 1969. En ese punto, es igualmente posible que hubieran sido sustituidos por una nueva generación de guionistas que habrían reemplazado a los héroes científicos de ambas colecciones por estrellas de rock o místicos incomprendidos moldeados al estilo de los que por entonces poblaban la Marvel de los setenta.

Quizá fuera mejor así, una muerte rápida (aunque no indolora) en lugar de una larga y agotadora enfermedad. La marcha de Julie de SA y MIS significó el abandono de las historias de héroes preocupados por los problemas del mundo (que, al fin y al cabo, son los de todos) al mismo tiempo que en Marvel florecía el icono del nuevo héroe, aquel agobiado por sus propios problemas.

A pesar de la larga y fructífera relación que mantuvieron con Julius Schwartz y DC Comics, Broome y Fox se marcharon de la editorial en 1969 tras disputas económicas sobre los derechos de reedición y la equidad salarial entre empleados. La partida de quienes habían sido dos pilares de la principal editorial de comics de Estados Unidos significó, de hecho, el fin de la Silver Age.

“Mystery In Space” fue cancelado en su número 110 (septiembre
66) –el título fue recuperado en 2006 para una miniserie de ocho números protagonizada por el Capitán Cometa escrita por Jim Starlin y dibujada por Shane Davis). Pero “Strange Adventures” corrió mejor suerte. El editor Jack Schiff consiguió mantener las ventas, primero introduciendo personajes superheróicos como “Animal Man” (creado por Dave Wood y Carmine Infantino para el número 180, septiembre 1965) y “La Encantadora” y luego con “Deadman” (205, octubre 67).

Sin embargo, el alejamiento de la colección de sus orígenes para equipararse con el resto del universo de superhéroes de la editorial marcó el principio de su fin. Y ello a pesar de que Julius Schwartz volvió a retomar las riendas con el número 217 (marzo-abril 69), diez años después del debut de “Adam Strange” en sus páginas. Desde ese momento, “Strange Adventures” se limitó a reeditar viejas aventuras de “Adam Strange” y “Los Caballeros Atómicos”; incluso su título se cambió –no oficialmente- a “Adam Strange Adventures”.

La jugada salió bien, porque las ventas fueron lo suficientemente buenas como para lanzar un nuevo título, “From Beyond the Unknown” (oct-nov, 1969), dedicada a reeditar historias independientes. Aún más, “SA” y “From Beyond…” aumentaron su número de páginas hasta 52. Nada nuevo se aportaba ya, pero al menos se consiguió presentar a aquellos viejos personajes a una nueva generación de lectores.

“Strange Adventures” fue finalmente cancelada en su número 244 (oct-nov 73), pero no sin antes publicar dos historias nuevas de “Adam Strange”, la última de las cuales reunía al guionista Gardner Fox con su más querido personaje para un último viaje a Rann.

Fue el final de una época. “Strange Adventures” y “Mystery in Space” sembraron durante veinte años la imaginación de toda una generación de lectores. La creatividad de sus tres “padres”, Schwartz, Broome y Fox, regaló a sus seguidores una pléyade de personajes que no han perdido vigencia: Los Caballeros Atómicos, el Capitán Cometa, Star Hawkins, el Taxista Espacial, Space Ranger, los Star Rovers, el Museo Espacial, los Caballeros de la Galaxia…

Se dice que ningún niño leyó un número de “Strange Adventures” (SA) o “Mystery in Space” (MIS) sin aprender algo de ciencia. Pero aunque aquellos comics se encontraban entre los más educativos de su época, su creador, editor y coordinador tenía muy claro que en primer lugar, su misión era la de entretener contando historias imaginativas que mantuvieran a sus lectores –generalmente chicos o adolescentes- enganchados. Ese editor imaginó cientos de argumentos e ideas destinadas a maravillar al lector respetando al mismo tiempo su inteligencia. El nombre de aquel extraordinario profesional fue Julius Schwartz.


2 comentarios:

  1. Muy buena entradas verdaderamente completas en cuanto a investigación, estos títulos de ciencia ficción fueron los herederos de las revistas pulp presentando historias increíblemente imaginativas además de introducir grandes personajes, unos de los mejores títulos de ciencia ficción en cuanto a comic, te agradezco mi buen Manuel que me recordaras toda esa magia aquí en México se reeditaron muchas de estas historias por la extinta editorial Novaro en un comic con el pomposo título de “Titanes Planetarios” que con san google no es difícil acceder a algunos para descarga y maravillarse con el trabajo de Julius Schwartz y otros.

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  2. Gracias por el comentario Dr. DC Comics ha sacado un tomo reuniendo lo mejor de Strange Adventures (en inglés) y el segundo está en camino. No sabía lo de Novaro, gracias por la información.

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